26 septiembre, 2011

El blog que nunca duerme...

... Decía uno de los protagonistas de la inolvidable película “El secreto de sus ojos” que en la vida se puede cambiar de todo menos de equipo de fútbol, una de las pasiones universales aquí y en los confines del mundo. Sin embargo, cada vez que veo el señorío de Mourinho y Florentino Pérez, tan humildes y elegantes ellos, me siento lejos del equipo que me ha fascinado siempre. Y envidio al Barca. Y comparto la filosofía de Guardiola: arte, diversión, conjunto, eficacia. Y me eclipsa La Masía. Y me entusiasma la selección española al compás de genios como Xavi, Cesc o Iniesta, que convierten en terrenal lo divino. Y reconozco que declararía a Messi "Patrimonio de la Humanidad": como el flamenco o la Capilla Sixtina.
Y creo que mi divagación simboliza estos tiempos de incertidumbre, contradicciones, éxitos, fiascos, cambios de rumbo, desconcierto, agravios y desagravios. Porque el deporte se presta como escaparate de la sociedad: la competitividad, el mercado, la egolatría, la belleza, el respeto, la traición de unos valores, el anhelo de coherencia, la sinrazón y, al fin y al cabo, ese espectáculo que debe continuar...

En el fondo, necesitamos tablas de náufrago para sobrevivir con integridad entre infinitos estímulos. Ahora que se tambalea -relativamente, claro- la teoría de Einstein, que los productos -como afirma El Roto- son los que nos necesitan y no al revés, que dudamos de la pirotecnia política y nos mostramos escépticos ante las próximas elecciones generales, que hasta nos quieren atar en corto los informativos públicos, que toda independencia "independe" de algo (como subrayaba un profesor de la facultad), que crece la desconfianza en las instituciones y la fe ya no mueve tantas montañas como antaño... conviene hacer una reflexión urgente, pero sosegada. Como funambulistas en equilibrio inestable, nos queda la certeza de la gente que amamos, la experiencia que atesoramos, las cosas que descubriremos y todo cuanto aprendemos cada instante. No está mal, para empezar. Como apuntaba Yogi Berra, una suerte de Groucho Marx del béisbol americano de los años 50, “cuando uno llega a una encrucijada debe seguir adelante” y “uno puede ver muchas cosas simplemente mirando”... 

... Todo esto nos lo recuerda Enric González en sus magistrales “Historias de Nueva York”. Sabio y cercano, el gran periodista también busca la analogía entre la vida y el fútbol, esta vez en “Historias del Calcio”.
Tomo nota: “El fútbol, como la vida, está lleno de tiempos-basura. Como la vida, el fútbol se descompone al final de un puñado de momentos brillantes. El resto es un vago malestar: fenómenos metabólicos, estadísticas, humo.
Y, sin embargo, ni el fútbol ni la vida son mal negocio.
Hay momentos que duran para siempre”.

Así que, lectores osados de este intrascendente blog que nunca duerme (pese a la inconstancia, mantenemos el espíritu -pongamos que- de NY): celebremos la vida como una gran jugada en equipo, un gol memorable, una asombrosa acción individual o una derrota digna. Pero siempre con ilusión. Con los sentidos bien despiertos y una enorme sonrisa... Precisamente como encaramos el próximo viaje. ¡Feliz otoño! Continuará.

12 septiembre, 2011

Experiencias, melancolía y “vintage”

Cuando me desperté, la realidad era más apasionante que los sueños. Tras el azul turquesa de aquellas playas paradisíacas o los reclamos de Berlín, tocó bajarse en Atocha y, como el artista, quedarse en Madrid. Y lejos de las llamadas serpientes de verano –esas noticias banales que imperan bajo el sol-, la actualidad informativa ha estado implacable, repleta de acontecimientos trascendentes para el digno –aunque casi siempre devaluado- gremio de los medios de comunicación. Ahora bien, hablemos de otras cosas: este tiempo seguro que nos ha brindado a todos experiencias formidables, buenos augurios e instantes magníficos que ayudan a olvidar fatigosas tareas y ciertos sinsabores de la vida.

Os confieso que sólo le llevo la contraria a Holden Caulfield cuando apunta: “Nunca cuentes nada a nadie. En el momento en que cuentas algo, empiezas a echar de menos a todo el mundo”. Y aunque un humilde servidor siempre quiso ser guardián entre el centeno, no podría aislarme del mundanal ruido: ni siquiera rodeado de mis libros, películas, series o cedés favoritos: esas historias que te conmueven y te salvarían de cualquier naufragio.

No, no podría aislarme nunca: me gusta presumir de familiares y amigos, una de las grandezas que me hacen feliz. Gozar de la gente que nos acompaña en el camino: somos mucho más que dos. De los encuentros y reencuentros. De la nostalgia, el carpe díem y los días que vendrán. De los descubrimientos. Y, por supuesto, de no permanecer quietos ante la foto fija de la rutina. Entre cumpleaños, bodas (¡casi un año de aquel hito insuperable!), despedidas de soltero (¡vamos cayendo todos!), escapadas por doquier, espectáculos (¡gracias por continuar!), sudor y risas en el autobús de la radio, mil ferias, saraos y listas de la compra tan largas como las asignaturas pendientes este otoño, la última aventura ha llegado en formato “vintage”: un fin de semana rural por la estepa, recorrido memorable en el túnel del tiempo junto a mi álter ego y una pareja de fábula a bordo de un "fermoso" (castellano antiguo pide la ocasión) Citröen Dyane 6. Conversaciones y proyectos a ritmo de rock and roll, complicidad "a tutiplén" y delirios de eterna juventud. Próxima parada: la capital del mundo.
Entre tanto, a disfrutar cada minuto.
No importa la meta, sino el viaje... con sus imprevistos.

01 septiembre, 2011

Telegrama de septiembre

"El verano se fue como un rayo de sol montado en bicicleta", entona la canción. Stop. Madrid recibe a la pródiga muchedumbre con los brazos abiertos y el aire un poco más fresquito, si bien el ambiente en ciertos ámbitos sigue contaminado. Stop. Irrumpen todos los espectáculos, saboreamos estrenos de cine, la cartelera teatral se desata, el periódico engorda y organizamos mil saraos para disfrutar de la nostalgia post-estival mientras abrimos la agenda de septiembre con la -acaso vana- esperanza de apuntar mil y un anhelos que intentaremos cumplir. Stop. Gran balance de viajes, escapadas, trabajo, fiestas, chapuzones, cultura y buena gente. Stop. Gracias a todos. Stop. Que no decaiga.